“Dignidad”. Teatro
Marquina. Hasta el 30 de junio.
Un
viaje a las entrañas de la política, que traslada a los espectadores a un
despacho de cualquier partido político. En él, dos hombres, cerca de alcanzar
el poder, tras años de dedicación a la política, ponen al descubierto sus
deseos, ambiciones, ilusiones y miedos. Lo que en un primer momento es una
distendida reunión improvisada, acaba convirtiéndose en un tenso intercambio de
reproches.
¿A
quién traicionar, al amigo que siempre te acompañó o a tus creencias más
profundas..?
“Dignidad”, del eficiente
dramaturgo y guionista de TV y cine Ignasi Vidal, es una obra que nos recuerda
mucho a la película “El precio”, ganadora de tantos premios Goya, en su última
edición. Su trama: la corrupción política actual. En este caso, dos amigos en
la cúpula del poder de un partido estatal, discuten sobre si es o no moral
“desviar” fondos del partido para fines personales, teniendo en cuenta todo lo
que están dando de su vida en él.
La
diatriba moral de si el personaje del bueno es muy bueno y si el malo es muy
malo aparece claramente en la superficie del texto. Pero un pequeño subtexto
subyace, sobre todo, de cara al final, para transmitirnos el eterno y verdadero
mensaje de que no todo es blanco y negro en la vida porque los matices son los
que conforman al ser humano.
Un
viaje a las entrañas de la política, que traslada a los espectadores a un
despacho de cualquier partido político. En él, dos hombres, cerca de alcanzar
el poder, tras años de dedicación a la política, ponen al descubierto sus
deseos, ambiciones, ilusiones y miedos. Lo que en un primer momento es una
distendida reunión improvisada, acaba convirtiéndose en un tenso intercambio de
reproches.
¿A
quién traicionar, al amigo que siempre te acompañó o a tus creencias más
profundas?
Una
texto de plena actualidad, una dirección eficiente y una interpretación con
mucha fuerza e impecable ( el notable Fernando Gil y el estupendo Jorge Kent)
hacen de esta obra un montaje interesante para ver y, a posteriori,
reflexionar.
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