viernes, 15 de julio de 2022

Un Nabucco muy moderno vuelve

Nabucco es la ópera que le abrió las puertas a la fama y al éxito profesional al gran autor italiano Giuseppe Verdi. Con tan solo 28 años, escribió una composición llena de fuerza, solemnidad y dulzura que se estrenó en el Teatro alla Scala de Milán y le valió la admiración del público para siempre. Ahora, vuelve al madrileño coliseo de la ópera, el Teatro Real, con más fuerza que nunca.


La primera representación de la ópera verdiana Nabucco se llevó a cabo el 9 de marzo de 1842, cuando el país se encontraba en pleno 'Risorgimento', el proceso que culminaría con la unificación de ItaliaVerdi apoyaba totalmente la recuperación de los territorios que Austria se había anexionado y con 'Nabucco' inició sus composiciones de fervor patriótico

 

Esta se estrenó en el mítico Teatro alla Scala de Milán, uno de los más prestigiosos templos de ópera del mundo, el 9 de marzo de 1842.

Giuseppe Verdi vivió la peor época antes de componer 'Nabucco': había perdido por enfermedad a su querida esposa y a sus dos hijos. Huyó de la gran ciudad en busca de refugio, devastado. Decidió no volver a escribir.

Con el paso de los días se dio cuenta de que en Milán pasaría más inadvertido y regresó. Un día, en medio de una fuerte nevada, se encontró con el gerente de La Scala, Bartolomeo Merelli. Había encargado Nabucco a otro compositor y lo que le mostraba no le convencía. Merelli le rogó que tomara el libreto y lo intentara. 

Pero Verdi continuaba tan herido que nada le interesaba. Él mismo narra en su autobiografía: 'Sentía una tristeza intensa, un dolor que casi me hacía estallar el corazón'. Ya en casa, tiró el manuscrito al suelo. El texto quedó abierto dejando leer Va pensiero sull’ali dorate….  

'¡Ve pensamiento, sobre alas doradas,
Ve y pósate en los caminos y en las colinas
donde exhala su suave fragancia
el aire dulce de la 
tierra natal!

¡Saluda las orillas del 
Jordán
y las destruidas torres de 
Sion!
¡
Oh, patria mía, tan bella y perdida!
¡Oh 
recuerdo tan querido y fatal!'

El compositor se dio cuenta de que el letrista, 
Temistocle Solera, se había inspirado en textos que partían de la Biblia, el único libro que Verdi leía siempre a gusto. Esa noche no consiguió dormir y siguió leyendo.

'Arpa de oro de fatídicos poetas,
¿por qué, muda, cuelgas del sauce?
Enciende en nuestro pecho las memorias,
¡Háblanos del tiempo que fue!

¡Oh! Al igual que el destino de Sólima
Canta el sonido de un crudo lamento
que te inspire el Señor una melodía,
que infunda valor a nuestro sufrimiento,
¡Al sufrimiento, virtud!'

 

La expulsión judía de Jerusalén


La ópera narra la conquista y expulsión de los judíos de Jerusalén en el siglo VI antes de Cristo. Los babilonios, con su rey NabucodonosorNabucco en la ópera, les han echado de la ciudad santa. Abatidos, se sientan junto a los ríos de Babilonia y lloran por Sión, su patria perdida. Solo les queda la esperanza de poder regresar algún día.

Al día siguiente, Verdi se conocía el libreto de Temistocle de memoria. La música brotó de su cabeza y sobre todo, de su corazón. Las tropas austríacas habían mutilado su patria. En los versos, los hebreos cantan a su patria perdida. Es el magnífico Coro de los hebreos que escuchamos en el tercer acto. Una melodía que todos podemos tararear y quienes no la conocen, no olvidan fácilmente tras escucharla por primera vez.

Por otro lado, y como administrador del teatro, Merelli quería gastar lo menos posible. Sin embargo, Verdi llevaba dentro el valor y el amor de los versos del coro y quería contratar a más cantantes para aumentar la intensidad del dolor, la fuerza de los lamentos del pueblo. Así que tuvo que pagar él mismo de su bolsillo los nuevos contratos.

Pero lo que Verdi no pudo evitar fue el viejo vestuario y los decorados, antiguos y aprovechados de otras obras. ¿Cuál sería la respuesta del público? No hizo falta esperar mucho: la partitura resultó tan insólita, tan nuevamoderna ágil que entusiasmaba a todos. Durante los ensayos se formaban corros junto al escenario: tramoyistas, sastres, pintores, electricistas.... Todos detenían su trabajo para escuchar. Los propios músicos tocaban admirados. Era una obra para la eternidad: Nabucco.

El argumento


El estreno y las siguientes representaciones son un gran éxito. 'Va, pensiero', 'Vuela pensamiento', se convierte en el himno italiano ante el ocupante austríaco. El grito por la libertad del pueblo hebreo también es el canto de los revolucionarios frente a la aristocracia. ¡Gloria eterna a Verdi!

La puesta en escena nos lleva a Babilonia en todos los cuadros, excepto en la segunda parte, que representa Jerusalén. Además, aparece un ballet y en contra de lo habitual por su timbre y presencia, el protagonista no es un tenor, sino un barítono. El personaje de Nabucco lo escuchamos en esta representación del Teatro Real en la voz de George Gagnidze, georgiano especializado en repertorio dramático italiano.

Además de George Gagnidze como Nabucco, cantan Michael Fabiano como Ismaele; Roberto Tagliavini como Zaccaria; Saioa Hernández como Abigaille; Elena Maximova como Fenena; Simon Lim como gran sacerdote; Fabián Lara como Abdallo y Maribel Ortega como Anna.

La podemos ver en el madrileño Teatro Real, hasta el próximo día 22

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