“Vania”. Teatro Fernán Gómez. Hasta el 12 de noviembre.
En una ruinosa finca, Vania y Sonia han trabajado servilmente para mantenerla. Ahora
el profesor Serebriakov y su joven esposa, Yelena, han vuelto a la finca de visita trayendo con ellos
el caos y la desorganización. Las visitas constantes del médico, Ástrov, no son nada útiles. La comida ya no se sirve
a la hora de comer, el trabajo se deja de hacer, y las largas y frías noches se
pasan sin dormir. En este caos crecen tres amores que los consumen y que están
destinados al fracaso. En este clima sofocante y de esperanzas frustradas, el
profesor decide anunciar un plan chocante.
Chéjov tiene la gran calidad de mostrarnos
aquello que ve sin deformarlo por su talento o su imaginación. Por eso
pienso que es tan necesario hacer Vania hoy en día. Si preguntamos a toda
esta gente que cuestiona la necesidad de hacer este texto, su grado de
satisfacción en el mundo que vivimos (y de mundo que vivimos sólo hay uno),
está claro que encontrará fácilmente bastantes elementos que estropeen su plena
satisfacción.
La obra está magistralmente dirigida e interpretada. La versión es buena
aunque le falta algo de ritmo, en determinados momentos. Lo que no nos ha
gustado es el vestuario y escenografía modernos para una obra tan típica del
momento que representa; eso le quita parte de su esencia.
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