viernes, 27 de marzo de 2015

Crítica de Teatro-Clásico

“La pechuga de la sardina”. Teatro Valle-Inclán. Hasta el 15 de abril.
El Centro Dramático Nacional (CDN) recupera una de las obras más relevantes de Lauro Olmo, uno de los dramaturgos más representativos del Realismo Social. “La pechuga de la sardina” se estrenó en 1963 y su principal personaje es su atmósfera asfixiante, dominada por la miseria material y moral. 
El drama refleja de manera descarnada la vida de pobreza, opresión y resignación sufrida durante la dictadura franquista. La acción se desarrolla en una pensión habitada por inquilinos de vida desdichada, principalmente las mujeres. El montaje producido por el CDN cuenta con la dirección escénica de Manuel Canseco.
La obra, ambientada en la España de la década de los años cincuenta, recrea, mediante una original escenografía, la vida de una pensión de mujeres con sus penas y alegrías. Destacan las interpretaciones de Jesús Cisneros, haciendo del chulapo matón castizo; María Galarrón, en el papel de la dueña de la pensión con una interpretación honda y sentida, y Amparo Pamplona, dando vida a la vieja amargada que no es lo que quiso ser por miedo.
En cuanto a la dirección de actores, estamos ante una mano ajustada y flexible a la vez porque se nota que el Director da a su equipo flexibilidad para la creación, al tiempo que marca las pautas necesarias.
En definitiva, un montaje inolvidable y que, en especial, a nuestros mayores, les recordará sus años jóvenes de una época que, esperemos, no volverá…


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