domingo, 13 de noviembre de 2016

Musical

Goodbye, España. El musical”. Teatro Fígaro-Adolfo Marsillach. Los martes.
“Goodbye España, el musical” es una obra dirigida por Diego Acebes que recorre la historia reciente de España acompañada de una apasionante historia de amor en tiempos de guerra que está basada en testimonios reales.
Sam, un joven inglés, decide alistarse en las Brigadas Internacionales del bando republicano durante la Guerra Civil. Ante la falta de noticias por parte de su hijo, su madre, Rebecca, viaja a España a buscarlo enrolándose como enfermera voluntaria.
En un país devastado por el odio y los combates, Sam encuentra tiempo para el amor tras conocer a Pilar, una muchacha que la guerra ha dejado huérfana. Por su parte, Rebecca entabla una sólida amistad, y tal vez algo más, con Ernesto, un soldado herido en el frente.
Una función que homenajea a los caídos en aquella guerra en su 80 aniversario relatando la situación vivida durante ese periodo desde la música y las relaciones sociales.


Zarzuela

Iphigenia en Tracia”. Teatro de la Zarzuela. Días 15, 19, 23, 25 y 27 de noviembre.
“Iphigenia en Tracia” es una zarzuela barroca interpretada tan solo por mujeres e inspirada en la mítica leyenda griega de los Átridas, los descendientes del rey de Micenas, Atreo, maldecidos por los dioses. Estrenada en el Teatro de la Cruz de Madrid en enero de 1747, esta nueva producción del Teatro de la Zarzuela contará con música de José de Nebra y libreto de Nicolás González Martínez.
Orestes huye perseguido por las Erinias, personificaciones griegas de la venganza, por haber matado a su madre Clitemnestra y a su amante Egisto. En compañía de su íntimo amigo Pilodoro se dirige a Táuride por orden de Apolo. Pero una vez allí, Orestes y Pilodoro son encarcelados por los tauros, quienes se disponen a sacrificarlos.
Ifigenia, hermana sin saberlo de Orestes, es la sacerdotisa mayor de la ciudad siendo además la encargada de ejecutar el trágico destino de los forasteros.
El Teatro de la Zarzuela y el Museo Thyssen-Bornemizsa organizarán de manera conjunta la exposición Amat/Escena en torno a la obra escenográfica de Frederic Amat. Una exposición que el público tendrá a su disposición el mes de noviembre localizada en el Museo Thyssen-Bornemizsa.


Teatro-Drama

“El cartógrafo”. Naves del Español. Hasta fin de diciembre.
El dramaturgo español Juan Mayorga dirige uno de sus mejores textos, “El
cartógrafo” Una obra que curiosamente Mayorga escribió pensando en la fantástica actriz Blanca Portillo,  que junto a José Luis García-Pérez,  forman el reparto de la obra.
Esta es la tercera obra que dirija el propio autor después de “La lengua en pedazos” y “Reikiavik”. Una obra compleja con saltos espacio temporales (Gueto de Varsovia, la Polonia comunista y la actualidad) que despliega, como los mapas, diferentes temas a medida que avanza la obra. Con la memoria como eje central, son tantos los temas (filosóficos, éticos, históricos, humanos…) que se plantean que la obra al final adquiere una dimensión universal.
En la recientemente ofrecida conferencia “Teatro y cartografía”, en la Fundación Juan March, Juan Mayorga habla de la relación entre el teatro y los mapas, el origen de ‘El Cartógrafo’ y cuenta que llamó Blanca al personaje pensando en Blanca Portillo.


Teatro-Clásico

La función por hacer”. Teatro Pavón. Hasta el 22 de noviembre.
La función por hacer” es un espectáculo que significó el gran salto de Miguel del Arco como director y recreador de grandes textos del repertorio. En la obra, libremente inspirada en “Seis personajes en busca de autor”, los protagonistas de la obra de Pirandello irrumpen en la representación de un montaje actual y reclaman con vehemencia su derecho a contar su historia real, para ellos, mucho más interesante que la ficción de nuestros escenarios.
Teatro sin escenografía, a apenas un palmo de distancia del público, de forma que la verdad de los personajes se confunde con la interpretación de los actores. Comienza una función más en un teatro cualquiera. Dos actores se afanan sobre el escenario por contar la historia que les ha sido encomendada. La obra en cuestión no aporta nada nuevo, pero es ágil, incluso graciosa por momentos. Un espectáculo más para entretenerse y después salir del teatro y picar algo en el bar de la esquina sin que el sistema nervioso sufra ninguna alteración.
Pero algo extraño sucede durante la representación. Cuatro personas aparecen entre el público y se quedan inmóviles observando a los actores, que pierden la concentración necesaria para seguir interpretando. El público también se revuelve: no soporta muy bien las fracturas de la comodísima cuarta pared. El teatro no debería ser un sitio incómodo, ¿no? Uno acude al teatro para evadirse, ¿no es así?
Estos nuevos personajes que permanecen inmóviles junto a los espectadores que han pagado religiosamente su entrada interpelan directamente a los actores y al público. Intentan captar su atención para contarles, e incluso revivir ante sus ojos, el drama que les ha movido a irrumpir en la sala. Los intérpretes se miran sorprendidos y hacen al público partícipe de su sorpresa: esto que está sucediendo, ¿es parte de la función, es un invento o se trata de una conspiración para reventar el espectáculo? ¿Están estos personajes compinchados con los actores o son simples agitadores? ¿Es esta la función? ¿Desde cuándo se le exige al público que se exprese durante una representación de teatro? ¿Es esto un acto de terrorismo cultural?
Los personajes aprovechan la confusión para exponer con vehemencia sus razones. Deberían callarse para que los dos actores pudieran proseguir con la función y que en el teatro todo siguiera “como es debido”, pero su historia resulta tan real que no es fácil despegarse de ella. Tan real y tan íntimamente reconocible que resulta obscena. ¿Qué haría el público si se le diera la oportunidad de elegir entre seguir viendo la entretenida e inofensiva función que estaban viendo protegidos por la oscuridad, o escuchar lo que estos nuevos personajes tienen que contar a pesar de que puedan sentirse concernidos?


Teatro-Comedia

“Píntame”. Teatro Alfil. Hasta el 18 de diciembre.
“Píntame” es una historia de amor y amistad envuelta en una comedia moderna interpretada por tres jóvenes actores que buscan comprender un poco mejor en qué consiste el alma humana. 
Diego, Elena y Gonzalo son tres amigos que por encima de todo viven la vida a su manera. Y es que vivir es un arte que cada vez parece más olvidado en la sociedad actual. Por ello, han decidido que para bien o para mal ha llegado la hora de tomar decisiones y afrontar nuevos caminos.
El montaje es inteligente, con un texto rayando en lo brillante y unos actores que se salen. Una pena que la producción no tenga más medios para llevarlo luego del Alfil a otros teatros de mayor envergadura porque, de seguro, que tendría un éxito arrollador.


Teatro-Drama

“Flor de Pascua”. Sala TÙ. Jueves y viernes.
Las directoras María Montenegro y Claudia Coelho estrenan “Flor de Pascua”,  un potente y fuerte drama familiar con pinceladas sobrenaturales que reflexiona sobre el pasado y las relaciones paterno-filiales. 
Interpretada por Manuel Brun, Cristina Juan y David Sánchez, la obra narra cómo un hombre de 35 años dedicado a la política local regresa a la casa de sus padres para anunciarles una importante noticia.Sin embargo, el protagonista encuentra todo tipo de impedimentos para transmitirles lo que ocurre, hasta el punto que en su conversación emerge un oscuro secreto familiar que concierne a los tres personajes: una serie de sucesos paranormales que les obliga a asumir las consecuencias de las acciones que llevaron a cabo en su momento.


Danza

Estaciones de Isadora”. Teatro Español. Hasta el 20 de noviembre
“Estaciones de Isadora” es un espectáculo producido por Coart+e Producciones con la colaboración del Centro de Danza Canal y la Compañía Nacional de Danza que rinde homenaje a la precursora de la danza contemporánea.

Ideada e interpretada por la actriz Beatriz Argüello, la obra es un viaje poético entre el amor y la muerte que recorre la vida de Isadora Duncan, una coreógrafa estadounidense que con fuertes influencias del expresionismo creó una nueva forma de baile.

Fascinada por el mundo antiguo y en permanente búsqueda de la belleza más pura, Duncan expresó sus ideas por medio de piezas que fundamentalmente estaban ligadas a la muerte y el dolor, en oposición a las funciones de la danza clásica, las cuales versan acerca de héroes y romances.