viernes, 10 de mayo de 2013

Teatro-Drama



“La Danza de la Muerte”. Teatro de la Puerta Estrecha. Hasta el 30 de junio.

En “La Danza de la Muerte”,  el conocido dramaturgo sueco August Strindberg nos muestra a dos personas marginadas, que viven aisladas en una isla y al margen de la población. Un matrimonio burgués de dos fracasados: él, un militar dejado de lado en los ascensos, y ella, que ha abandonado una carrera teatral, probablemente muy mediocre. Tras años de vida en común, no tienen ya nada que decirse; están muertos en esa casa que más parece una cárcel o un panteón. Llega de visita un tercer personaje y su presencia es recibida como una bendición del cielo. Hay posibilidades de conversación; esposa y esposo encuentran en él un interlocutor para confiarle el infierno en que viven. Este infierno arrastra a la visita, que se ve envuelta contra su voluntad en aquel remolino de miserias. Y para no sucumbir, huye. La vida en esa casa, como forma simbólica de los juegos de la imaginación, seguirá su curso, ya sólo viviendo en apariencia, parasitariamente.




En La Danza de la Muerte las cosas se enmohecen en presencia de los permanentes testigos domésticos de las culpas, engaños y rencores aparentemente olvidados. ¿Qué mejores testigos que los muebles, objetos inertes a quienes el paso del tiempo va envejeciendo y cubriendo de polvo? ¿Y cuál es la habitación, la cámara secreta de la que depende y se obtiene el alimento? La cocina. Toda la casa no es realidad sino que parece una gran cocina, porque en toda la casa se preparan las intrigas, se cuecen los rencores y humean los odios, y en la sórdida despensa se conservan fríos y enranciados los antiguos amores, odios y repulsiones.

El sentido agónico de la existencia –entendiendo la palabra agonía como Unamuno lo hizo, en su significación de lucha– ni termina ni comienza en los personajes de La Danza de la Muerte. Constituye la columna vertebral de toda la obra.

Strindberg es conocido principalmente como dramaturgo, y sus dramas han influido a autores tan diversos como Beckett, Ionesco, Kafka, Eugene O’Neill e Ingmar Bergman. También escribió poesía, artículos periodísticos y ensayos científicos e infinidad de cartas, además de incursionar en la pintura y en la fotografía. Entre sus obras teatrales más importantes encontramos “El sueño”, “La Sonata de los Espectros”, “El Camino de Damasco”, “La Señorita Julia” y “La Danza de la Muerte”.

Cabaret



Miss Knike change Olivier Py”. Teatro Abadía. Hasta el 11 de mayo.

Travesti incandescente, mezcla de ternura, ironía y tristeza, Olivier Py crea caracterizaciones a partir de increíbles combinaciones de sabores al caer cada noche. Miss Knife, el personaje que ahora presenta en Madrid en el marco del Festival de Otoño a Primavera, nació una velada cualquiera casi como por casualidad y, poco a poco, comenzó a encandilar al público en multitud de lugares y actuaciones con una suave y seductora voz. Recostada entre un piano y un contrabajo, de la mano de cuatro músicos de gran talento, el calor de los espectadores fue el empujón definitivo para que esta obra, “Miss Knife chante Olivier Py”, se conformara finalmente como tal en 2012.
Py se transforma sobre el escenario en diferentes figuras femeninas a golpe de lujosos cambios de vestuario, rodeada de plumas negras, con multitud de joyas sobre sus trajes o, incluso, con un sombrero de copa, siempre encaramada a unos tacones de aguja que parecen infinitos. En todas sus versiones, logra emocionar con recitales sobre las esperanzas frustradas de los amores insólitos, los sueños pisoteados y los placeres sombríos. El público, entre tanto, escucha también la melodía del corazón que surge de poemas que le reconcilian con el mundo.
Sumisión, dominación, humor y burla salen a escena en un recital absolutamente fuera de lo común. Explosivo y brillante, “Miss Knife chante Olivier Py” es un espectáculo visceral, donde la abrumadora cara de la diva que se esconde tras unas flamantes pestañas revela también a una triste cantante de cabaret.

Teatro-Comedia



“Dos hombres solos…”. Teatro Amaya. Hasta el 12 de mayo.

Estos dos chicos tienen algo que encandila al público. Y es que no paran de recibir buenas críticas allá donde van. La prueba es que este espectáculo se prorroga, por el momento, hasta el 12 de mayo en el madrileño Teatro Amaya.
Dos compañeros que son solo eso, compañeros, y que comparten piso. Cada uno con su forma de ser parecen ser una pareja para los ojos de sus vecinos. Pese a no ser así esta extraña relación en la que el mantenido se dedica a las tareas del hogar, les llevarán a una serie de situaciones llenas de humor y momentos incómodos.

Teatro- Drama



“El lector de Romeo y Julieta”. Sala Sexto Derecha. Hasta el primero de junio.

Una nueva sala, Sala Sexto Derecha, llena, cada fin de semana, el salón de José Luis Sáiz. Este estupendo actor abre su intimidad a un público dispuesto a experimentar sentado en su sofá.
Llamar al timbre y entrar en este teatro –que no lo es- no es lo habitual, pero sí una salida, más que válida, para hacer frente a la falta de proyectos laborales que en estos momentos sufre nuestro 'cuadro' de actores. A cambio de buscar alternativas, abren el salón de su casa, su intimidad, su hogar, a un público curioso que, antes de subir en el ascensor, podrá incluso echar un ojo a su buzón y averiguar con quién comparte su día a día. Unos espectadores que se sentarán en su sofá, que descubrirán su colección de discos y hasta el color de su cepillo de dientes si necesitan ir al servicio.
El actor está haciendo una obra de teatro que es una revisión del clásico de Shakespeare “Romeo y Julieta”. Y es el salón de su casa, la gente está sentada en las butacas que él uso, en su sofá.
Veinte minutos antes de la función, el timbre no deja de sonar. Unos entran incrédulos, otros dispuestos a invadir su territorio.

Pero que nadie se imagine que, por el hecho de realizarse en un ámbito doméstico, el teatro pierde aquí un atisbo de profesionalidad. No falta la iluminación (de Alejandro de Torres), ni el atrezzo (Óscar Guimarey) ni la jefa de sala (Cristina Charro), ni buenos actores con buenas ideas.
Una nueva e interesante idea, que viene a sumarse a las que ya llevan tiempo funcionando en plan alternativo, como Microteatro Por Dinero y similares.
No nos la perdamos…

Crítica de Teatro



“Los iluminados”. Teatro Español. Hasta el 12 de mayo.

Pese a haberse escrito en 2008, el argumento de esta obra es precursor de la situación social que tendría lugar poco después; en ella se narra el comienzo de la larga caída que se está sufriendo en la actualidad a través de las peripecias de cuatro activistas políticos.
Velarde, Amor, Amanecer y David viven y regentan el restaurante vegano Los iluminados. Esta familia tiene una idea particular de utopía que le hará vivir atada a un edificio que se derrumba con cuatro lastres residiendo en su interior: ellos mismos.
Este texto del dramaturgo británico Derek Ahonen muestra la desintegración de un sistema y una forma de vida personalizando la situación en unos idealistas que luchan contra el liberalismo salvaje. El resultado es una sátira social del momento presente, un ataque al idealismo y un retrato de la realidad delirante y distorsionada en la que estamos inmersos.
El texto es muy bueno porque cuenta perfectamente cómo algunos grupos de jóvenes idealistas, amparándose en las ideologías buenistas, se aprovechan de su situación económica burguesa para “no pegar ni palo”. Pero no todo son críticas a esta forma marginal de vida: también la deja bien, cuando alaba el amor libre y sin prejuicios, cuando, a través de ellos, realiza una crítica feroz del sistema. Y en este caso, el sistema es el casero del local donde viven los cuatro “iluminados”, que aparentemente yendo de colega estupendo, en el fondo se esconde un ser solitario y corrupto (les presta el local para desgravar impuestos).
Hay que decir que tanto la interpretación, como la dirección de este montaje son absolutamente fantásticas. Los actores están que se salen; desde el primer momento, recrean el ambiente a la perfección, por lo que nos introducen en él y nos hacen partícipes de sus historias. También lo es la traducción del texto, fresca, clara, moderna.
En cuanto a la escenografía, es perfectamente acorde con el texto: no chirría ningún elemento.
Lo único que nos decepcionó fue el final: un final falso y metido con calzador. Realmente, una pena porque, como decimos, todo el resto, una maravilla.