lunes, 5 de octubre de 2020

Teatro-Drama

 Días deprimentes

 

El prestigioso director Pablo Messiez lidera una adaptación de este drama simbólico del absurdo escrito por el dramaturgo irlandés, Samuel Beckett. Una obra en el Teatro Valle-Inclán, de Madrid, que reflexiona sobre el deterioro físico y mental.

 


La protagonista de Días felices es Winnie, una señora de mediana edad que aparece en escena semienterrada en un montículo calcinado, bajo una luz cegadora que nunca cesa de brillar. Pese a ello, empieza cada día con una voluntad optimista casi carente de sentido. Así, realiza una serie de acciones cotidianas y siempre llega a encontrar motivos, por insignificantes que sean, para considerar que sus días son felices.

Pero a pesar de sus intentos por vivir felizmente, ella no deja de hundirse en el montículo de arena, hasta el punto de que en el segundo acto está enterrada hasta la cabeza. Además, hace tiempo que no sabe nada de su marido Willie y como no puede ver detrás del montículo, no sabe si aun estará allí, pero quiere creer que sí. De esta manera, Beckett quiso exponer la interminable repetición de momentos de muerte, los cuales se alargan hasta la extenuación antes de que llegue a completarse. También encontramos el tema del desamor ante la imposibilidad de ella de retomar su relación con su marido, un personaje totalmente atrofiado mentalmente y que solo la responde, cuando quiere (o puede) con monosílabos…


Pablo Messiez es un actor, dramaturgo y director bonaerense que se formó con maestros de la talla de Ricardo Bartís, Juan Carlos Gené y Rubén Szuchmacher. Además, ha actuado para directores argentinos como Leonor Manso, Cristián Drut o Daniel Suárez Marsal. En 2007, debutó como dramaturgo y director y, desde entonces, ha liderado espectáculos tan relevantes y variados como La verbena de la Paloma, Todo el tiempo del mundo, o Bodas de sangre.

El montaje está muy pegado al texto original. La actriz es argentina, lo que le da un toque diferente (en España) al texto porque es un texto absurdo y su acento y tono le imprimen aún más dramatismo existencial. Ella actúa sobresalientemente en un espectáculo que nos hace pensar sobre el devenir de la vida y para el que hemos de estar moralmente preparados porque resulta muy duro. Hace años, pudimos ver otra soberbia producción de esta obra en el lamentablemente desaparecido teatro madrileño El Canto de la Cabra. La presente no la desmerece en nada…

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