viernes, 27 de marzo de 2015

Crítica de Teatro-Clásico

“El Buscón, de Quevedo”. Teatro Fernán Gómez. Hasta el 5 de abril.
El Teatro Clásico de Sevilla acerca al público los mejores pasajes de “El Buscón, de Quevedo”, una de las mayores obras de la picaresca española que viene representada por siete actores que interpretan a cincuenta personajes. 
Esta célebre novela titulada Historia de la vida del Buscón, llamado Don Pablos ofrece las aventuras y desventuras de un joven llamado Pablos que trata de dejar atrás su baja estofa social y alcanzar la condición de caballero. Sin embargo, el protagonista no hace más que fracasar en su constante búsqueda de estabilidad económica al tiempo que sus farsas sobre su pertenencia a la nobleza siempre acaban siendo descubiertas. Una magnífica caricatura de la sociedad con modernos planteamientos que cuenta con una espléndida representación teatral.
Impresiona el magistral trabajo interpretativo de los actores, dando vida a tantos personajes distintos, salvo Pablo Gómez-Pando, que, durante toda la obra, encarna al criado muerto de hambre que da nombre a la obra.
Tratándose de una adaptación moderna de este clásico universal, hay que reconocer que el dramaturgo y, en este caso, también director, el merecidamente conocido Alfonso Zurro, ha hecho un trabajo concienzudo en un afán por acercar el texto a los públicos de hoy. Sin embargo, a la hora de dirigir a sus actores pensamos que debería haber evitado tanto griterío y aspaviento y haberles impuesto una mayor contención interpretativa porque, por momentos, llegan a ponernos nerviosos.
Respecto a la escenografía, los diferentes cuadros se desarrollan en un mismo decorado, de estilo surrealista y muy bien elegido para esta ocasión, ambientando la obra perfectamente en la época en la que fue escrita.


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