“Don Carlo”. Auditorio de El
Escorial, Madrid. Días 28 y 30 de julio.
Tras su estreno en el Festival de Verano de 2015, y repitiendo el éxito en
los Teatros del Canal, Albert Boadella vuelve los días 28 y 30 de julio, al
frente de Don Carlo de Verdi, con un
montaje que presenta la versión más española de este personaje histórico en el
lugar donde vivieron sus protagonistas y donde hoy reposan sus restos.“Don Carlo” es una de las
cúspides indiscutibles del talento creativo de Giuseppe Verdi. En esta
propuesta, Albert Boadella cuestiona la propaganda de la Leyenda Negra contra
la España del siglo XVI. El tenor Massimo
Giordano da vida a Don Carlo, controvertido primogénito del rey
Felipe II (encarnado por el bajo Carlo
Colombara). Junto a ellos, el barítono Juan
Jesús Rodríguez interpreta el papel de Rodrigo, amigo y
confidente de Don Carlo; la soprano Ekaterina
Metlova será Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II; la
mezzo-soprano Nadia Krasteva,
asume el papel de la princesa de Éboli y el bajo Eric
Halfvarson en el papel del Gran Inquisidor. Albert Boadella,
consciente de que el libreto de Don Carlo, pese a
utilizar personajes auténticos, recoge un relato “absolutamente opuesto a la
realidad histórica” -en referencia a la conocida leyenda negra promovida en el
siglo XVI por los países enemigos de España como propaganda de descrédito-, ha
ideado un montaje en el que propone dar a la obra “ciertas aproximaciones a la
verdad histórica”. De esta manera, trata de aportar al drama matices desconocidos
en los montajes realizados hasta la fecha, como la esclarecedora locura de Don
Carlo o la mayor humanidad de Felipe II. “El cambio esencial radica en la
actuación”, asegura Boadella, quien adelanta que el vestuario, diseñado por
Pedro Moreno, también marcará con precisión la época auténtica en que suceden
los hechos.
“Don Carlo”, una de las
cúspides indiscutibles del talento verdiano, es la ópera veintitrés de las
veintiséis que compuso Giuseppe Verdi (Le Roncole, Buseto, 1813 – Milán, 1901).
En ella propone una desconocida inquietud armónica que aplicará hasta sus
últimas consecuencias en sus obras finales, que culminan con la joya de Falstaff. Encargada con motivo de la Exposición
Universal de París de 1867, se estrenó en francés el 11 de marzo de ese año en
la ópera de dicha capital. Las posteriores revisiones del autor, hasta tres,
movidas por una extrema obsesión de perfeccionismo, serían ya en italiano, y
así es como ha trascendido en el repertorio.