“Moisés y Aaron”. Teatro
Real. Del 24 de mayo, al 12 de junio.
Arnold Schönberg
plantea en esta obra inacabada una cuestión metafísica: cómo podemos amar
aquello que no podemos imaginar. Moisés ha escuchado la palabra de un nuevo
Dios que le ha pedido que libre a los israelitas de la cautividad egipcia.
Moisés cree que este Dios está más allá de la capacidad de comprensión humana:
hay que obedecer su voluntad simplemente porque es la Verdad. En cambio, su
hermano Aarón adopta una perspectiva más práctica: los supersticiosos
israelitas necesitan manifestaciones del favor divino antes de decidirse a
seguir el camino. Se trata de una escenificación del brutal e insuperable
contraste entre la utopía y la realidad, entre lo inefable del ideal y su
sujeción a la palabra. Aarón representa la belleza, y Moisés la verdad. La
trama de la ópera gira alrededor del total antagonismo entre la religión del
pueblo (que siempre posee una vertiente más o menos de idolatría) y la Verdad
desnuda y pura (que con frecuencia puede dar lugar a una peligrosa
idolatración del concepto). En gran parte, Moisés y Aarón fue una
respuesta provocativa a los movimientos antisemitas centroeuropeos y una
expresión personal de su propia crisis de “identidad judía”. Schönberg,
convertido al protestantismo en 1898, inducido por el clima antisemita y su
profunda indignación ante los acontecimientos, abrazó oficialmente el judaísmo
en 1933, el mismo año en el que Hitler tomó el poder. Moisés
y Aarón se
presentó en el Real en versión de concierto en septiembre de 2012, pero nunca
se ha puesto en escena en Madrid, pese a ser una de las obras cruciales de la
historia de la ópera. Radical en su lenguaje musical, la obra encontrará sin
duda en la puesta en escena de Romeo Castellucci, uno de los directores de
escena más vanguardistas del panorama europeo, la plasmación plástica idónea de
este profundo debate.
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