“Iolanta”/”Perséphone”. Teatro Real. Hasta el 29 de enero
El Teatro Real inaugura el nuevo año con un estreno mundial. El director de escena norteamericano Peter Sellars dirige la producción conjunta de las óperas “Iolanta”, de Chaikovski, y “Perséphone”, de Stravinski. La dirección musical corre a cargo del joven maestro griego Teodor Currentzis.
Para el director artístico del Real, Gerard Mortier, este espectáculo es una "reflexión permanente sobre el mundo que vivimos", algo siempre presente en el trabajo del Director americano, y lanza un gran mensaje sobre la "felicidad" y cómo "con menos dinero podemos ser más felices”. En este sentido, afirma que ambas óperas cortas constituyen una “pieza visionaria”.
En ambas óperas "no existe un solo momento de rutina", según Mortier, y los cantantes "experimentan todo de manera consciente".
El Teatro Real cuenta con un doble reparto para la interpretación de la obra de Chaikovski, encabezado por las sopranos rusas Ekaterina Scherbachenko y Veronika Dzhioeva, que se alternan en el personaje de Iolanta. Por su parte, en “Perséphone”, cuya protagonista no canta, sino que recita en francés (el libreto está escrito en dicha lengua), está sobre el escenario la prestigiosa actriz francesa Dominique Blanc, arropada por la voz del tenor Paul Groves y el grupo de bailarines camboyanos procedentes de Amrita Performing Arts (Camboya).
Para Sellars, “Iolanta” es la pieza "más visionaria y personal" de Chaikovski. En esta obra se narra la historia de un rey que tiene una hija ciega y no quiere que ella lo sepa. Por eso, obliga a todos a no mencionarle a su hija lo que es la belleza y la luz, "una gran mentira en la que todos participan" y que Chaikovski planteó en la época de la Rusia Imperial. Por otro lado, la pasión de Chaikovski por la música tradicional rusa de la Iglesia ortodoxa, que compartía con Stravinski, también se deja sentir en dicha ópera. De los seis coros de querubines que compuso, esta producción ha elegido uno de ellos.
Respecto a “Perséphone”, compuesta en la década de los años 30 del siglo pasado, Sellars la califica como una "historia de resurrección y renovación de la vida", en un momento en el que el fascismo se instaló en Europa. "En esta obra se reúnen los mitos fundamentales de la creación, los primeros rituales griegos que tienen que ver con la cosecha.", según él. Y es que, en su opinión, tanto Chaikovski, como Stravinski trabajan sobre esos mitos y "crean una música llena de ternura, fragilidad y delicadeza profunda".
En este espectáculo –que no es propiamente una ópera, tal y como está planteado en la producción que nos ocupa- la música cuenta una historia, la danza otra y la parte visual, otra.
En ambos casos, la escenografía es la misma: sencilla y elegante.
En cuanto al vestuario de ambas óperas, quizás es demasiado minimalista y “duro”. Hubiéramos agradecido un diseño estéticamente más bello.
“Iolanta” es, sin más, una delicia, en todos los sentidos: la historia, un poema romántico. La música, de un gusto y musicalidad exquisitas y los cantantes, sencillamente sobresalientes.
Por su parte, “Perséphone” es un espectáculo muy visual, quizás algo duro en algunas partes, respecto a lo que al libreto se refiere (el espectador tiene realmente que ser un amante del estilo de André Gide, sobre el que éste se basa), y un tanto etéreo. Aunque, es posible que ahí radique su originalidad y belleza…
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