domingo, 10 de febrero de 2019

Teatro-Drama

“La pasión de Kierkegaard”. Teatro Lagrada. Hasta el 17 de febrero.
La Pasión de Kierkegaard” es el ejemplo perfecto de la lucha del individuo contra el sistema. Hoy el individuo carece de autonomía propia. Somos células parásitas de un cerebro cibernético formado por redes sociales... Facebook, Instagram, LinkedIn, Twitter, YouTube etc. No decidimos por nosotros mismos, dependemos de una conciencia colectiva. Kirkegaard y Alfredo se rebelan y gritan a la oscuridad...”Cuanto tiempo se  tarda, amigos míos, en llegar a ser persona”.

He sido feliz al apreciar como Alfredo, debate su ansia de vida, con Kierkegaard, el filósofo  de la realidad humana.  Escucharlos debatir, es una necesidad tan útil,  como pensar.  Ver a  Kierkegaard llorar, me hace lamentar, la razón, de que urbanitas como nosotros, no aprendiéramos a llorar.

Gracias al buen Kierkegaard, por la paciencia que ha tenido en facilitarme la posibilidad de intentar conocerle y apreciar,  que todo ser humano, siempre tendrá, el dolorido sentir existencialista,  que Kierkegaard vivió y analizó en  vida.
A lo largo de más de cincuenta años, la curiosidad  me llevó a aproximarme a seres como Freud, Mussolini, la Reina Isabel, Santa Teresa, Picasso, Medea y Ouka Leele (Bárbara Allende)… mi osadía la he pagado cara, pero a mis años, me siento feliz de al menos, haber intentado saber el porqué y el cómo, de estos seres que fueron lo que el destino les obligó a ser.
Hoy es Soren Kierkegaard, el que me animó a llamar a su puerta para llevarle al teatro. Ha sido un atrevimiento para un independiente como yo, que apenas acepta las reglas convencionales del teatro. Mi escuela es, el payaso Charlie Rivel y su minimalismo… una silla, un paraguas y un actor.
La suerte me facilitó trabajar con Víctor Rivas, que durante tres meses me fue asombrando con su creatividad actoral. Nacido para ser actor de ley, puedo decir que verle creer y crecer, letra a letra a Soren Kierkegaard y al personaje de Alfredo, ha sido en mi vejez, una reafirmación de que el teatro puede ser, no solo reflejo de nosotros mismos, si no también, verdad, incendio y Humanidad.






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