Un Prokófiev profundo y simbolista
Entre los días 22 de marzo y 5 de abril, el Teatro Real ofrecerá 10 funciones de El ángel de fuego del compositor ucraniano Sergéi Prokófiev, en una producción con dirección de escena de Calixto Bieito, estrenada en 2017, con gran éxito, en la Ópera de Zúrich y dirección musical de Gustavo Gimeno.
El ángel de fuego, del compositor ucraniano Sergéi Prokófiev (1891-1953), de primera mitad del siglo pasado, es la sexta de las diez óperas compuestas por él; dejaría inacabadas otras cuatro. La originalidad, irreverencia y libertad expresiva de títulos anteriores, como El jugador o El amor de las tres naranjas, habían forjado ya su destreza en la escritura operística que, con El ángel de fuego, recibiría un nuevo impulso.
La obra, con libreto del compositor basado en la novela homónima del escritor simbolista ruso Valeri Briúsov (1873-1924), tuvo una larga y accidentada gestación (de 1919 a 1927) y un camino no menos difícil después de concluida la partitura.
Su trama satánica, grotesca y delirante relata, a lo largo de siete escenas (en cinco actos), el camino truculento de Renata, poseída por espíritus malignos desde la aparición sobrenatural, en su infancia, de Madiel, el ángel de fuego, hasta su trágico final.
Libreto
El libreto, que une la alquimia, la
brujería, la cabalística, el exorcismo o la inquisición vigentes en la Alemania
oscurantista pre-luterana, originó una partitura con un lenguaje de tintes
expresionistas, que se aleja de la herencia nacionalista, privilegiando los
tonos sombríos y la incorporación de pasajes disonantes, melodías vocales
ásperas y declamaciones arraigadas a la prosodia del ruso. La orquestación
salvaje, vibrante, contrastante, ‘obsesiva’, lírica y sobrenatural, mantiene
una tensión dramática casi cinematográfica. (Prokófiev sería un grandísimo
compositor de bandas sonoras, sobre todo en sus geniales colaboraciones con
Serguéi Eisenstein, de Alejandro Nevsky a Iván el Terrible).
La ópera, en cuyo libreto ambiguo y desconcertante subyacen la violencia sexual, trastornos psíquicos, prácticas macabras, perversidad, fervor religioso, etc., provocó el rechazo de varios teatros, hasta su estreno en 1954, ya después del fallecimiento de Prokófiev, en una versión de concierto, traducida al francés, en el Théâtre des Champs-Elysées. Al año siguiente, en 1955, la ópera finalmente se escenificó, bajo la dirección de Giorgio Strehler, y llegó, en italiano, a la Fenice de Venecia. Su presentación en la versión original en ruso tiene lugar, discretamente, en Perm, en 1987. En Rusia, donde la ópera estuvo prohibida durante todo el período soviético, El ángel de fuego subió finalmente al escenario del Teatro Kirov de San Petersburgo en el marco de las conmemoraciones del centenario de Prokófiev, en 1991.
Por su parte, la producción concebida por el dramaturgo y escenógrafo español Calixto Bieito, con dramaturgia de Beate Breidenbach, rehúye el esoterismo del libreto, arquetipo del simbolismo ruso, y profundiza en el drama real de la protagonista. En su mente enajenada y herida, se suceden las escenas de la ópera como destellos de la memoria, recreadas en las habitaciones dispuestas en una estructura giratoria diseñada por la escenógrafa Rebecca Ringst que, con la iluminación de Franck Evin y los vídeos angustiantes de Sarah Derendinger, se transforma en una verdadera casa de los horrores. Solo una bicicleta, símbolo de la libertad, fragilidad y fuga de Renata, recuerda la inocencia perdida de su infancia.
En cuanto a la dirección musical, ésta
correrá a cargo de Gustavo Gimeno, director valenciano de reconocido prestigio
nacional e internacional, que debutará en el foso del Real, al frente de un doble reparto encabezado por las sopranos Ausrine
Stundyte y Elena Popovskaya (Renata), los barítonos Leigh Melrose y Dimitris
Tiliakos (Ruprecht), los tenores Dmitry Golovnin y Vsevolod Grivnov (Agrippa
von Nettesheim / Mefistófeles), las mezzosopranos Agnieszka Rehlis y Olesya
Petrova (La Madre Superiora / Vidente), los bajos Mika Kares y Pavel Daniluk
(El Inquisidor), que actuarán junto al Coro y la Orquesta Titulares del Teatro
Real.
El Real con Prokokiév
Desde la reapertura del Teatro Real, en
1997, se han presentado en su escenario tres óperas de Sergéi Prokófiev:
Guerra y Paz, en 2001, en una producción del Teatro Mariinsky, con
dirección musical de Valery Gergiev y
dirección de escena de Andréi Konchalovski; El
amor de las tres naranjas, en 2006, en una coproducción del Teatro Real con
el Festival de Aix-en-Provence, con dirección musical de Tugan Sokhiev y
escénica de Philippe Calvario; y, en ese mismo año, Semyon Kotko, con la Orquesta y Coro del Teatro Mariinsky, bajo la
dirección de Valery Gergiev.
En definitiva, fue una ópera incomprendida
en su tiempo, cuyos tenebrosos senderos simbolistas conducen a lo más hondo,
indecible y oscuro del alma humana.