“Feel Good”. Matadero Madrid. Hasta el 12 de
mayo.
Hace tiempo,
un grupo de actores protagonizaban una versión de “Todos eran mis hijos”, de Arthur Miller, y tras el buen resultado,
decidieron seguir trabajando juntos. Ese fue el germen de Feelgood Teatro que
ahora presentan su versión de la obra de Alistair Beaton.
Esta
dramaturgia que nos hace reflexionar sobre la relación del hombre en función
del poder, estará dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer.
Los actores Fran Perea, Manuela Velasco, Jorge Bosch, Ainhoa Santamaría, Javier Marquez y Jorge Usón dan
vida a los diferentes personajes, inmersos en el congreso del partido político
en el poder de un país cualquiera, con un grave problema de por medio, que
afecta de lleno a un ministro y también al propio Presidente. Para “taparlo”,
el Director de Comunicación del partido (Fran Perea), un hombre corrupto,
manipulador nato, a quien tan sólo le interesa el poder, hace lo que sea. A su
alrededor, pululan una serie de caracteres a sus órdenes, aunque algunos de
ellos no comulguen con su política, como el guionista de series contratado
puntualmente para mejorar el discurso del líder o el escritor en nómina, cuya
forma de pensar está bien alejada de la filosofía del partido.
Estamos ante
un drama, con tintes de humor muy bien llevados, que refleja la desgraciada
actualidad que vivimos, llena de mediocridad, corrupción y del “todo vale” con
tal de mantenerse en un buen estatus.
La obra
comienza un tanto floja pero, poco a poco, va tomando cuerpo y desemboca en una
locura de confusión, algarabía, carreras y, como colofón, un asesinato que
huele a chamusquina... (no vamos a desvelar cuál).
A Fran Perea
las críticas de este montaje le han puesto muy bien pero desde mi punto de
vista, flojea bastante y sobreactúa. demasiado. Sin embargo, el resto de sus
compañeros: Manuela Velasco, Javier Márquez (el escritor de discursos en nómina
del partido), Ainhoa Santamaría, Jorge Bosch (el ministro corrupto, bravo por su
trabajo) y Jorge Usón (otro bravo para él), sobresalen felizmente.
En cuanto a
la dirección, un notable y para la puesta en escena, un sobresaliente: es
sencilla, sobria y resuelta.
Es una pena
que, de todas las artes actuales, tan sólo el teatro, en estos momentos, nos
esté ofreciendo obras de denuncia político-social. Ya hemos vistos varias en
nuestra cartelera, todas notables. Pero, al menos, tenemos esta denuncia a
través de un potente medio de expresión como es la escena. El cine y la
televisión deberían tomar buena nota…