viernes, 26 de octubre de 2012

Danza



“Utopía”. Teatro Español. Hasta el 11 de noviembre.

María Pagés vuelve al Español y el 24 de octubre presenta el libro Utopía del buen lugar.Tras agotar las localidades, el pasado diciembre de 2011, el espectáculo“Utopía” vuelve al Teatro Español de la capital.
La coreografía es una declaración de principios con forma de baile flamenco en la que María Pagés investiga junto a bailaores y músicos la experiencia ética y estética del idealismo, el compromiso y la capacidad de los seres humanos para imaginar un futuro mejor.
Un canto al optimismo que se estrenó en el Centro Niemeyer de Avilés, el 8 de octubre de 2011. Desde entonces ha podido verse, además de en el Teatro Español de Madrid, en Jerez de la Frontera, Granada, Lyon, Perpiñán y Sevilla.

Opera



“Il prigioniero/Suor Angelica”. Teatro Real. Del 2, al 15 de noviembre.

Nos encontramos, aquí, con dos óperas breves, en una producción del Teatro Real con Lluis Pascual como director de escena e Igno Metzmacher en la director musical.
Tanto “Il prigioniero”, de Dallapiccola, como “Suor Angelica”, de Puccini son un ejemplo de belleza extrema concentrada. Cada una apenas supera la hora de duración, y en ese corto espacio de tiempo la emoción llega a su máxima expresión.
De alguna forma, ambas obras están unidas por un leitmotiv común, el derecho a la libertad individual más allá de las ideas imperantes.
En “Il Prigionniero” convergen las experiencias de su autor que, nacido en el Imperio Austro-húngaro y que vivió la opresión austriaca en Istria y más tarde la llegada del fascismo.
Para el director de escena Lluis Pascual, esta ópera trata de uno de los temas más dolorosos de la humanidad, la tortura psicológica, en el que un carcelero cruel juega con las esperanzas de libertad de su prisionero.
Por su parte, Puccini sitúa la acción de “Sour Angelica” en un convento italiano a fines del siglo XVII. Suor Angélica vive en un exilio lamentable por órdenes de su familia, que desaprobó su relación extramatrimonial, la cual trajo como consecuencia un hijo.

Danza



“Lo real/Le rèel/The real”. Teatro Real. Del 12, al 22 de diciembre. 

ISRael Galván sigue dando cuerpo a sus obsesiones, perturbaciones que nacen, se reproducen y mueren. Una y otra vez: la vida, el sexo y la muerte centran su trabajo. Si en “El final de este estado de cosas” partía de unas escrituras y una figuras, el “Apocalipsis” de Juan de Patmos, para deletrearlas con su paseo imaginario y simbólico, ahora, trabaja a partir de una serie de acontecimientos reales: la persecución y el exterminio de los gitanos por los nazis, pero también la fascinación de estos mismos nazis con la música y el baile de los flamencos.  Un acontecimiento anuda términos tan contradictorios: en la película de Leni Riefenstahl Tiefland (1943) Tierras bajas basado en la obra nacionalista de Ángel Guimerá Terra baixa-, donde actuaba también como bailaora flamenca, utilizó como extras a gitanos centroeuropeos de un campo de concentración próximo, la mayoría de los cuales serían asesinados en las cámaras de gas nazis.


ISRael Galván explora una historia antagonista. Desde que Nietzsche utilizara los acordes ‘africanos’ de la Carmen de Bizet o los tangos de la Gran Vía de Chueca y Valverde en sus arrebatos contra Wagner, estos dos mundos se muestran en oposición. Los hombres puros de las tierras altas bajan a la ciudad corrupta y se degeneran en lupanares, casas de juego y refugios de delincuentes, precisamente ahí, en el mundo del lumpen donde apareció el flamenco. Es en esa capa freática de los de abajo donde Israel Galván ha encontrado los índices musicales que apuntalan su obra: en la canción Hitler in my heart en la que Antony and the Johnsons recurren a la malagueña, al ritmo del fandango; en el sonsonete de Los Piconeros que Imperio Argentina interpreta en la película alemana Andalusische Nächte y que Man Ray utiliza para ensalzar el deseo sexual en la sonorización de L’Étoile de Mer; en el tango Plegaria de Eduardo Bianco, llamado también Tango de la Muerte, que habían popularizado las bandas de violinistas gitanos, es tocada por un grupo de judíos en el campo de concentración de Janowska para marcar el ritmo y dar pie al poema Todesfuge de Paul Celan: “la muerte es un maestro venido de Alemania”.


ISRael Galván, de alguna manera, ha girado su cuerpo hacía un espacio más realista, no sólo por la veracidad de la historia, si no porque en la depuración de su trabajo lo simbólico y lo imaginario deja entrever, cada vez más, algunos pasos de eso, inexpresable, que es lo real.
No se trata de un argumento ex nihilo, el Oratorio que Teatro Estudio Lebrijano presentó en Nancy en 1971 o la colaboración de Mario Maya –maestro de Israel Galván- en el Canta gitano de Tony Gatlif, son algunas pruebas de esto.
 El testimonio de uno de estos gitanos, superviviente de Auschwitz, ante la redada en la que lo cazaron los nazis, es significativa del punto de vista que aquí se trata: “no había sorpresa, en nuestra memoria siempre nos habían detenido; en la paz y en la guerra; deportados, encerrados en campos de concentración, a muchos nos habían asesinados”.


ISRael Galván sigue trabajando con el montaje, con las cualidades sinestésicas del montaje cinematográfico. El flamenco, más que por mezcla o por fusión, se ha construido por montaje, sumando distintos elementos que, a la vez, mantienen su propia forma prístina. Chicuelo o Tomás de Perrate, músicos de Sistema Tango o del combo contemporáneo Proyecto Lorca, Bobote y su grupo de gitanos de las Tres Mil Viviendas, Belen Maya o Isabel Bayón –lo que completa la imaginación: Maya-Galván-Bayón, ¡poder verlos juntos, en acción!-;  todos funcionan acentuando el relato, no sólo con su música o su baile, también con su presencia: en esta representación los cuerpos son muy importantes… Y el piano, un lastimoso piano rescatado del viejo almacén de un trapero. Ver bailar a este objeto inerte, escuchar su respiración, observar cómo se mueve o se esconde agazapado en el campo.
ISRael Galván, además, esta evocando, mostrándonos por última vez, unos cuerpos que irrevocablemente hemos perdido para siempre. El marco extremo que la barbarie nazi ha marcado para nuestro tiempo es irreversible. El nuevo cuerpo biopolítico que emerge, para bien o para mal, está marcado por esa eugenesia, y nuestra anatomía es ya parte de la administración, del consumo capitalista, de la sociedad de la información. Por el camino se perdieron otros cuerpos, cuerpos tanatopolíticos, clasificados para la muerte. Cómo los judíos o los locos, el cuerpo de los gitanos ha sido aislado e identificado en pos de su desaparición. La gestualidad que despliega Israel Galván quiere recuperar esos restos: una pierna tensa hundiéndose en la tierra o el polvo sacudido bajo el temblor de los pies; esa física perdida vuelve a presentarse ante nuestros ojos. Quizás, una de las emociones que continua deparándonos el flamenco es esa, aún perviven en su hacer gestos y actitudes que ya dábamos por desaparecidas.

Teatro-Drama



Ricardo III”. Sala Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes. Del primero, al 4 de noviembre.

Nos enramos con un drama histórico en cinco actos escrito en prosa y verso por William Shakespeare hacia 1593. Ricardo III es la primera tragedia del dramaturgo inglés y una de sus obras más representadas. Para su escritura, Shakespeare se basó literalmente en una obra de Tomás Moro sobre la historia del rey Ricardo III, ambientada en tiempos de la guerra civil inglesa. Esta contienda enfrentó a las dos familias más relevantes del reino, los Lancaster y los York, quienes lucharon por el poder absoluto en Inglaterra.
“Ricardo III” es la historia de un auténtico criminal que para conquistar el poder asesina a sus seres más cercanos. Se trata de una obra que disecciona con precisión extrema la ambición, el anhelo de poder y cómo tal deseo puede llegar a corromper el alma humana.
Atalaya es una compañía que funciona como equipo de investigación teatral desde su gestación en 1983. En 2008 funda el Centro Internacional de Investigación TNT en Sevilla. Coincidiendo con su XXV aniversario la Junta de Andalucía edita el libro Atalaya: “XXV años buscando utopía” , y obtiene el Premio Nacional de Teatro.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Opera



 Las sesiones quincenales del madrileño grupo "Aproximación a la Opera" tienen programada "Le Comte Ory" de Gioachino Rossini, en la excelente versión de Juan Diego Florez y un elenco de "superestrellas."

El conde Ory (título original en francés "Le Comte Ory") es una ópera cómica en dos actos con música de Gioachino Rossini y libreto en francés de Eugène Scribe y Charles -Gaspard Delestre-Poirson, según su vodevil "Le Comte Ory" de1817, inspirado, a su vez, en una balada medieval. Se estrenó en el Théâtre de l'Académie Royale de Musique, en París, el 20 de agosto de 1828.
Parte de la música procede de su ópera "El viaje a Reims", escrita tres años antes para la coronación  de CarlosX .
La obra es una ópera cómica en el sentido de que la historia es humorística, incluso pura farsa. 
"El conde Ory" está formado por altamente desarrolladas, incluso macizas formas musicales unidas por recitativo acompañado.
Aunque la ópera contiene parte de la escritura orquestal más colorida de Rossini, la pintoresca y breve obertura es extrañamente contenida y sin pretensiones, acabando con un susurro de cuerdas en pizzicato.

* La sesión consta de una amplia explicación de la ópera por Félix Falcone, experto en bel canto, seguida de la visión en vídeo de dicha ópera y, finalmente, de una suculenta cena y tertulia.
* Precio: 25 euros/persona.

Fecha: sábado, 27 de octubre, a las 19:30 horas, en la dirección del Centro de Madrid que el grupo facilitará por e-mail a los interesados.

Para confirmar la asistencia, escribir a: arquiplaneo@gmail.com