viernes, 26 de abril de 2013

Crítica de Teatro- Comedia



“Feel Good”. Matadero Madrid. Hasta el 12 de mayo.

Hace tiempo, un grupo de actores protagonizaban una versión de “Todos eran mis hijos”, de Arthur Miller, y tras el buen resultado, decidieron seguir trabajando juntos. Ese fue el germen de Feelgood Teatro que ahora presentan su versión de la obra de Alistair Beaton.
Esta dramaturgia que nos hace reflexionar sobre la relación del hombre en función del poder, estará dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer. Los actores Fran Perea, Manuela Velasco, Jorge Bosch, Ainhoa Santamaría, Javier Marquez y Jorge Usón dan vida a los diferentes personajes, inmersos en el congreso del partido político en el poder de un país cualquiera, con un grave problema de por medio, que afecta de lleno a un ministro y también al propio Presidente. Para “taparlo”, el Director de Comunicación del partido (Fran Perea), un hombre corrupto, manipulador nato, a quien tan sólo le interesa el poder, hace lo que sea. A su alrededor, pululan una serie de caracteres a sus órdenes, aunque algunos de ellos no comulguen con su política, como el guionista de series contratado puntualmente para mejorar el discurso del líder o el escritor en nómina, cuya forma de pensar está bien alejada de la filosofía del partido.
Estamos ante un drama, con tintes de humor muy bien llevados, que refleja la desgraciada actualidad que vivimos, llena de mediocridad, corrupción y del “todo vale” con tal de mantenerse en un buen estatus.
La obra comienza un tanto floja pero, poco a poco, va tomando cuerpo y desemboca en una locura de confusión, algarabía, carreras y, como colofón, un asesinato que huele a chamusquina... (no vamos a desvelar cuál).
A Fran Perea las críticas de este montaje le han puesto muy bien pero desde mi punto de vista, flojea bastante y sobreactúa. demasiado. Sin embargo, el resto de sus compañeros: Manuela Velasco, Javier Márquez (el escritor de discursos en nómina del partido), Ainhoa Santamaría, Jorge Bosch (el ministro corrupto, bravo por su trabajo) y Jorge Usón (otro bravo para él), sobresalen felizmente.
En cuanto a la dirección, un notable y para la puesta en escena, un sobresaliente: es sencilla, sobria y resuelta.
Es una pena que, de todas las artes actuales, tan sólo el teatro, en estos momentos, nos esté ofreciendo obras de denuncia político-social. Ya hemos vistos varias en nuestra cartelera, todas notables. Pero, al menos, tenemos esta denuncia a través de un potente medio de expresión como es la escena. El cine y la televisión deberían tomar buena nota…

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