sábado, 10 de septiembre de 2011

Crítica de Teatro

“Burundanga”. Teatro Maravillas. Hasta fin de temporada.
Está claro que lo que busca el teatro comercial es ganar dinero. Pero si lo hace bien, pues, mejor. Y en tiempos de crisis lacerantes y, ya casi, estructurales, -como, desgraciadamente, nos está tocando vivir ahora por culpa de unos cuantos tiburones delincuentes sin escrúpulos-, la comedia es lo que más vende porque el público la necesita, la necesitamos como agua de mayo, que dirían nuestros abuelos de pueblo.
El dramaturgo Jordi Garcelán, padre de esta obra, así como de los éxitos “El método Grolhöm”, “Palabras encadenadas”, “Fuga”, es muy listo y sabe lo que el público pide, en cada momento. Pero a través de sus textos no nos ofrece simplemente vaselina, sino que también nos hace pensar…y mucho. Y en este caso, ha elegido un tema muy arriesgado –yo diría que, incluso, escabroso- como es cómo acabar con la banda terrorista ETA. ¡Nada más y nada menos!
Dirigida por Daniel Olivares con gran certeza y maestría, esta comedia trata sobre una pareja en la que ella necesita saberlo todo de su novio y, por iniciativa de su alocada compañera de piso, le da una droga que ocasiona que aquél quien la toma se ve obligado a contar toda la verdad.
Con un reparto que cuenta con los televisivos Eloy Arenas, César Camino y Antonio Hortelano, y que se complementa con la maravillosa Mar Abascal (“Mi primera vez”) y la efectiva Marta Póveda (“Ni con el pétalo de una rosa”), sorprende a todos los que la hemos visto con sus mil artimañas y tretas dramáticas, que ya forman parte inevitable del sello Garcelán.
Puestos a comparar, por el tipo de teatro del que en este comentario estamos hablando, podríamos hacer una cierta similitud con “Toc, Toc”, también comentada en estas páginas y otro gran éxito de la cartelera actual. Pero mientras que ésta tiene un humor libre de ideologías, “Burundanga” se moja de pies a cabeza y, sin dejar de hacernos reir a barriga hinchada, al mismo tiempo, nos está transmitiendo un mensaje que, admitámoslo también, es fácilmente aceptado por todo tipo de públicos, por lo que su éxito está prácticamente asegurado.
Lo más difícil de este texto es eso, tocar un tema tan espinoso como el terrorismo con humor. Nunca se había hecho en este país (ni, por supuesto, en teatro, ni en cine ni en televisión, que yo recuerde), ni en otros países. Es decir, la forma de tratar el tema es muy original y de ahí, su enorme mérito.
A ello también ayuda mucho una notable dirección de actores y una interpretación sobresaliente de todos ellos. Y puestos a elegir a nivel personal, me quedo con el trabajo de Mar Abascal, tan pizpireta y deliciosamente payasa.
Una delicia de diálogos, situaciones y de obra, en su conjunto.
¡No os la perdáis…!

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