lunes, 4 de julio de 2011

Crítica de Cabaret

“Crazy Love”. Teatro Circo Price. Hasta el 7 de agosto.
El Teatro Circo Price lleva varios años proponiéndonos, en verano, un espectáculo de cabaret de alta calidad. La idea de este año es dar rienda suelta a la imaginación con un puntito de locura. De ahí, el título del espectáculo, “Crazy Love” (“Amor loco”). Es un espectáculo descarado, vital, que nos invita a abandonar, por un momento, esta ola de cordura colectiva que amenaza con hacernos olvidar lo bonito de la vida: su imprevisibilidad, según los responsables de su puesta en escena artística.
De entrada, la conocida actriz Petra Martínez, haciendo de maestra de ceremonias, ejerce de jefa de la Brigada Anti-Vicio, compuesta por un grupo de cantantes que más que policías parecen prostitutas. Ella misma va vestida de una guisa similar pero, claro está, de negro, que para eso es la jefa. Su descaro al dirigirse al público, insultándonos y provocándonos es indicativo de lo que vamos a ver a continuación: originalísimos números de magia realizada por un artista que se disfraza como un dibujo animado, un malabarista que con tan solo un sombrero parece que se da vueltas a sí mismo, una artista negra del burlesque (ahora, se le llama así al streep tease) que tiene que ser una bomba sexual, una drag-queen (la conocidísima Psicosis Gonsalez) que canta tangos subidos de tono y provoca al público para que la llamemos guarra, una especialista del juego de aros, dos funambulistas cuyos cuerpos pertenecen más a las serpientes que al género humano…
Todo ello, aderezado por una gran orquesta, que suena como los ángeles, y por una escenografía mágica, con farolillos rojos, cortinas orientales y una luz tenue que nos sugiere “Las mil y una noches”.
Por todo eso y mucho más hay que ir a ver “Crazy Love” porque, desgraciadamente, el cabaret prácticamente ha desaparecido de nuestra ciudad y porque es un género creativo y de donde han salido, a través de la historia, grandes artistas.
Cabaret es sinónimo de irreverente, de creatividad, de contracorriente y en los tiempos que corren, todo esto no es sino poca mecha para tanta llama manipulante desde las instancias oficiales.
Parece ser que el Teatro Calderón (en este caso, gestionado por una empresa privada) va a programar, a partir de la temporada que viene, cabaret puro y duro. Esperemos que éstos no sean sino los inicios del renacer de uno de los géneros más antiguos y auténticos del mundo del espectáculo.

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